En un mundo donde la digitalización financiera avanza a un ritmo vertiginoso, la inteligencia artificial (IA) se posiciona como un pilar transformador en la gestión de tesorería. Sin embargo, su implementación en soluciones concretas enfrenta retos significativos, especialmente en economías emergentes como Perú, donde más del 80 % de las empresas son familiares, pequeñas o medianas. Estas organizaciones deben enfrentar un desafío crítico: cómo aprovechar las ventajas de la IA sin quedar excluidas por barreras económicas y estructurales.
En los países emergentes, la falta de acceso a infraestructura tecnológica avanzada y la escasa inversión en innovación ralentizan la adopción de la IA en la tesorería. A pesar de ello, existen valiosas lecciones de economías desarrolladas y otras emergentes. Por ejemplo, grandes corporaciones internacionales utilizan la IA para automatizar procesos como la conciliación de cuentas, detectar fraudes y prever flujos de caja. Empresas como Fides han demostrado que, mediante algoritmos predictivos, es posible optimizar la gestión de liquidez, reducir errores manuales y ahorrar costos operativos, logrando una ventaja competitiva clave en tiempos de incertidumbre económica.
Por otro lado, las pequeñas y medianas empresas (pymes) enfrentan desafíos más marcados. La falta de personal especializado en tecnología y restricciones presupuestarias dificultan la adopción de la IA. Además, la estructura familiar de muchas empresas peruanas genera resistencia al cambio, ya que la transición hacia soluciones avanzadas interrumpe procesos tradicionales que, aunque ineficientes, son percibidos como seguros. A corto plazo, las pymes suelen optar por soluciones manuales más económicas, lo que limita su capacidad para innovar.
Sin embargo, estas percepciones necesitan ser revaluadas. La IA ofrece beneficios significativos, como una gestión más eficiente de la liquidez y estrategias financieras optimizadas a largo plazo. Herramientas basadas en la nube, como Kyriba o Aladdin, presentan soluciones escalables y accesibles para pequeñas empresas, permitiéndoles acceder a funcionalidades avanzadas sin requerir grandes inversiones iniciales.
Un aspecto crítico es la creciente necesidad de visibilidad financiera en tiempo real. En un entorno económico volátil, la IA permite a las empresas responder rápidamente a los cambios del mercado, reduciendo riesgos y mejorando la toma de decisiones. Algunas pymes que han implementado estas herramientas ya reportan una mejor gestión de su capital de trabajo y menos errores en transacciones diarias. Ignorar estas oportunidades sería un error estratégico, especialmente para las empresas familiares peruanas, que no pueden permitirse quedarse atrás.
El camino hacia la adopción de la IA no es sencillo, pero tampoco imposible. Países como India han demostrado que la colaboración con fintechs y la adopción gradual de soluciones en la nube son estrategias efectivas. Las empresas peruanas podrían replicar este enfoque, aprovechando plataformas SaaS que minimizan los costos iniciales y maximizan el retorno de inversión.
La IA no solo está transformando la tesorería, sino que está redefiniendo el panorama financiero global. Aquellas empresas que no adopten esta tecnología en áreas clave corren el riesgo de quedarse rezagadas. Para las pymes peruanas, el éxito dependerá de encontrar un equilibrio entre innovación y sostenibilidad económica, asegurándose un lugar en una revolución tecnológica que está marcando el futuro de las finanzas.